Extracto del ensayo de Carolina Contreras Povea

El error en el proceso de enseñanza aprendizaje, es un elemento de gran importancia para la regulación de este proceso. Debemos entregar al error un nuevo status que permita al profesor y alumno divisarlo como herramienta útil para el proceso.

«Si no hubiera errores que superar, no habría posibilidades de enseñanza»
(Nunziati, 1990, citado en Sanmartí, 2000)

El error es tan antiguo como la enseñanza misma. Nos encontramos a lo largo de la trayectoria educativa con el error siempre que hacemos algo, ya sea algo que controlemos o no. Con lo que si percibimos el error como algo negativo creamos la pensamiento de que quien deja de hacer algo deja de equivocarse.

No debemos dejar de intentar algo, solo porque haya un error

A pesar de lo que decimos, en las clases parece que el error no está permitido ni por los alumnos ni por los docentes. El error es causa de angustia y estrés. ¿Será la mejor manera de abordar los errores sólo con la visión de altas, obstáculos o fallas? ¿Podría el error transmitir información importante que vaya en directa incidencia en la regulación y, por tanto, mejora del aprendizaje del alumnado?

Para que se genere un cambio sobre la visión del error, hay que reconocer a este como agente ayudador del proceso enseñanza aprendizaje. Aunque sea difícil de admitir.

La doctora Sanmartí aconseja estimular la expresión del error haciendo alusión al ambiente propicio para que este ocurra. Un ambiente no amenazador, de forma que los que aprendan sientan que sus ideas van a ser escuchadas.

¿Un error puede ser una enseñanza?

El error es un indicador de obstáculos con los que se enfrenta el pensamiento al resolver las cuestiones académicas. Este indicador busca transmitir información relevante acerca de la producción y de los factores influyentes que están dando al origen del error. Por tanto, es necesario detenerte y abordar de manera inmediata esta información entregada.

Será en esta etapa de reconocimiento del error que está afectando al alumno el reto del profesorado. No por corregir y acentuar el error como una manera de terminar con ellos, sino que el profesor deberá comprender las causas y hacer comprender al alumno las causas del error. De esta forma se ayudará al alumno a que sea él quién identifique y autorregule su propio aprendizaje.

Como el proceso de aprendizaje está ligado a la capacidad de autorregular lo que se aprende, quedando manifestado esto en los primeros años de la etapa escolar, en donde los alumnos necesitan que reiterativamente se les esté indicando como lo están haciendo y que el profesor les indique dónde están sus errores. Todo ellos, para sentir una cierta seguridad en sus avances académicos.

¿Cómo se aplica esto hoy en día?

Si el error es un elemento tan antiguo y más aún, está presente y posible de suscitarse en cualquier acción del ser humano, por más que intente éste evitarlo, irremediablemente aparecerá en algún momento. Más inclusive, cuando se presenta en circunstancias que buscan desestimar la acción de este elemento que obstaculiza el normal desarrollo del proceso, como lo es el de la enseñanza-aprendizaje. Debería entonces abordarse con la conciencia y visión de que esto sucederá.

Se hace necesario que el profesor gestione la organización del aula, en donde permita un sistema en que los actores intercambien los papeles. Los alumnos pueden actuar como profesores ya que los que tienen éxito pueden aprender de los que no lo tienen, y los profesores pueden aprender de sus alumnos lógicas de razonamiento erróneas y las estrategias para superarlas, estrategias que son propuestas y aplicadas por aquellos que están aprendiendo.

Se hace necesario traer el error al aula, abrazarlo, quererlo y entenderlo. Permite que tus alumnos disfruten del error. ¿Y si te equivocas?

by Javier Castrillo, Inlaes